miércoles, 29 de junio de 2011

Roma, día 1 después de Sensi

Ayer, 28 de junio, fue un día importante en la historia de la Associazione Sportiva Roma. Se cerró un capítulo que ha durado 18 años, posiblemente los más exitosos de la historia giallorossa. La dimisión de Rosella como presidente, debida a la compra del club por parte de un grupo de inversores estadounidenses liderados por el empresario Thomas DiBenedetto (del que ya hablamos por aquí) es la causa de la salida del club de la familia Sensi, que llevaba manejando el timón desde 1993. ¿De dónde había salido esta gente? ¿Qué tal lo han hecho? ¿Por qué se van? ¿Qué va a pasar ahora? Muchas preguntas a las que intentaré dar respuesta.


Los Sensi son una familia originaria de Visso, un rinconcito de la provincia de Macerata, en las Marcas, que puede presumir de estar entre los más bellos de Italia. Su estirpe era de las más importantes y respetadas del pueblo, debido al éxito en los negocios agrícolas y ganaderos que gestionaban. Precisamente la ganadería trashumante llevó a una rama del clan a instalarse en Roma, donde prosperaron más aún. Así, Silvio Sensi, el abuelo, era un ilustre representante de la burguesía capitalina de principios del siglo XX. Tenía formación de ingeniero, fundó y dirigió una asociación de agricultores (grandes terratenientes, en realidad), editó algún periódico, dirigió desde la capital el ayuntamiento de Visso, controlaba empresas de construcción... En definitiva, todo un pez gordo de la época.

Al igual que muchos hombres "de bien" de aquellos años, Silvio se interesó por el entonces exótico football, pasión recién importada por los muchos ingleses que iban por el mundo en viajes de comercio. Tanto caló en él la afición que en 1911 fundó el Pro Roma Calcio, equipo del que también era capitán y que disputó el primer derby cittadino contra la Lazio. Años después, en 1927, este Pro Roma fue uno de los que se unieron para dar lugar a la AS Roma que hoy conocemos. En esta fusión Silvio tuvo un papel fundamental, ya que fue el único que pudo avalar las 40.000 liras en letras de cambio necesarias para que saliera adelante. Además, aportó íntegramente, sin exigir contrapartidas, todo el capital social del club que dirigía a beneficio de la entidad recién creada, y gracias a sus negocios pudo suministrar buena parte de la madera empleada en la construcción del estadio Testaccio, primera casa romanista.

Apenas unos meses antes de todo esto, el 29 de julio de 1926, había nacido en la misma Roma el hijo de Silvio que más lejos llegaría: Francesco, más conocido como Franco Sensi. Romanista desde la más tierna infancia, como no podía ser de otra manera dados los orígenes familiares, entre su propio talento (era licenciado en Matemáticas) y los enchufes no le costó mucho acceder a la directiva del club, donde a los 28 años ya tenía un puesto de consejero y desde 1961 era uno de los principales dirigentes. Mientras tanto, Franco no descuidaba sus propios intereses, tales como la compañía Italpetroli, dedicada al sector petrolero y petroquímico. Consiguió hacer de ella una de las grandes del país, y de rebote multiplicar él mismo su fortuna personal.

Gracias al dinero del oro negro, Franco pudo ir haciéndose con cada vez más acciones del club, hasta que en 1993 le compró el paquete definitivo a su amigo Pietro Mezzaroma, en una operación coordinada por una de las entidades financieras más importantes: Banca di Roma. Así, el 8 de noviembre de ese mismo año consiguió aglutinar el 67% de los títulos de propiedad del club, dejando el 33% restante fragmentado en manos de pequeños inversores. De esta manera Franco Sensi pasó a ser el 18º presidente de la historia rojiamarilla.


En lo deportivo, su mandato puede calificarse como exitoso. Dos Supercopas, dos Copas de Italia y, sobre todo, el scudetto de 2001 contribuyeron a agrandar una sala de trofeos que, todo hay que decirlo, no es que antes estuviera mucho más nutrida. A eso hay que sumarle cinco subcampeonatos y la aparición de nombres ilustres que quedarán para siempre en la memoria de la afición. Aldair, Tommasi, Cassano, Batistuta, Montella, Cafu, De Rossi, Candela, y cómo no, Francesco Totti, son nombres llegados o surgidos durante la larga presidencia de Franco Sensi. En la que no todo fue de color rosa: también hubo años, como el 2004/05, en los que la Serie B fue una amenaza real.

Su muerte, en agosto de 2008 a los 82 años, fue muy llorada. Más de 30.000 personas acudieron a su funeral, y el Ayuntamiento de la capital accedió a montar su capilla ardiente en pleno Campidoglio, un honor que antes sólo le habían concedido al mítico actor Alberto Sordi y al que fuera alcalde Luigi Petroselli. Al frente de la Roma (y de Italpetroli) quedó su hija Rosella, la segunda mujer en llegar a tal puesto tras Flora Viola, viuda del mítico Dino.

Sin embargo, las cosas ya habían empezado a torcerse antes. El negocio petrolero no iba demasiado bien en los últimos años, lo que obligó a los Sensi a sacar parte del club (un 33%, concretamente) a la bolsa allá por 2000. Aun así, los balances no se conseguían cuadrar, lo que obligó a ceder a Capitalia, la heredera de la antigua Banca di Roma, la mitad de la propiedad de Italpetroli, lo que de rebote significaba otro 32% del club de fútbol que pasaba a propiedad de la financiera. Tampoco sirvió para mucho: la deuda no paraba de crecer. Ni siquiera fue solución que, a la muerte de Franco Sensi, Unicredit (nueva denominación del banco) accediera a descontar 130 millones a cambio de que se pagara en medio año y se hicieran reformas administrativas en la ASR. Italpetroli no pudo cumplir con lo pactado.

Por este motivo, los últimos años han sido muy convulsos para el club. Tras innumerables demandas, querellas y pleitos, en los que intentó mediar sin éxito hasta el alcalde de la ciudad, en julio de 2010 se llegó por fin a un acuerdo. Los Sensi aceptaban que Unicredit se quede con el 100% de Italpetroli y que se crearía una sociedad temporal, participada a medias por la familia y por la banca, que sería propietaria de la parte de la Roma que no estuviera en bolsa durante el tiempo que se tardara en encontrar un comprador definitivo.


Y ese comprador ha llegado. Es, como dije al principio, el italoamericano Thomas DiBenedetto, dueño de la empresa de management Boston International Group, propietario de compañías del sector informático y, en el ámbito deportivo, jefazo de los Boston Red Sox, uno de los equipos de béisbol más potentes del mundo. Ha aportado 80 millones; Unicredit pone los 70 restantes para cubrir los 150 que seguían faltando de la caja.

Thomas parece un tipo sencillo, que se ha presentado sin grandes aspavientos pero con la intención de que la Roma pase de ser la "princesa" que es ahora mismo a toda una "reina". La fiel tifoseria romana va a seguir amando, non discutendo a sus gladiadores, pero no las tienen todas consigo con respecto al nuevo mandamás. Hay quien celebra la llegada del dinero americano como si de un nuevo plan Marshall se tratara, hay a quien no le hace ni pizca de gracia que los clubes italianos empiecen a estar en manos extranjeras. Hay quien confía en que DiBenedetto devuelva a la Magica la estabilidad perdida, hay quien teme que cualquier día el gringo se aburra del juguete y se vuelva a su casa dejándolo tirado y roto.

En todo caso, los yanquis pasarán a ser mandamases oficialmente a partir del 1 de julio, con un par de días de vacío de poder mientras. Oficiosamente ya llevan tiempo cortando el bacalao. En lo deportivo, han tomado una decisión arriesgadísima, como es traer a Luis Enrique, un tipo que conoce Italia sólo de vacaciones y que limita toda su experiencia en los banquillos a la Segunda División española, donde, eso sí, no lo ha hecho nada mal. También parece que se han tomado al pie de la letra lo del rojo y amarillo de los colores sociales y quieren españolizar al equipo, ya no sólo con Bojan (está la cosa algo parada últimamente), sino con algún que otro nombre más. En otros ámbitos, uno de sus representantes declaró que "un estadio en propiedad es fundamental" para conseguir dinero con el fútbol y que no tiene sentido mantener "instalaciones abiertas 90 minutos por semana". Rosella Sensi confía en que la nueva casa de la Roma lleve el nombre de su padre.

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