sábado, 6 de agosto de 2011

Thiago Alcântara y su triple nacionalidad

El nombre de moda en todas las tertulias futboleras es el de Thiago Alcântara do Nascimento. Este chavalín, a sus apenas 20 años, ha conseguido hacerse un hueco en el todopoderoso Barça de Guardiola, además de arrasar en las categorías inferiores: con la selección española ha sido campeón de Europa sub-17 y sub-21 y subcampeón sub-19. Con camiseta roja, sí, porque aunque por sus venas la sangre que corre es más brasileña que el guaraná, el muchacho lleva desde jovencito viviendo entre nosotros.

Desde ayer, viernes, es el protagonista porque Vicente del Bosque ha decidido darle la alternativa en la absoluta para el amistoso que se juega el día 10 contra Italia en Bari. La afición española se alegra de la llegada del nuevo talento, refuerzo de lujo para el actual campeón continental y mundial. La torcida brasileña se rasga las vestiduras por la oportunidad que han dejado escapar, aunque se aferran a un clavo ardiendo: como el enfrentamiento de la semana que viene es amistoso, no es vinculante para la FIFA, por lo que el chico aún podría jugar con Brasil en competición oficial si así lo decide. Por el mismo motivo entra en liza una tercera e inquietante posibilidad: Thiago podría llegar a jugar en la nazionale italiana. Sí, en serio.

La razón, simplísima, no es otra que su nacimiento (el del apellido no, el otro). Thiago vio la luz un 11 de abril de 1991 en San Pietro Vernotico, pueblecito de 15.000 habitantes de la provincia de Brindisi, no muy lejos, precisamente, de Bari. A 20 kilómetros de allí está la ciudad de Lecce, donde su padre, el mítico Iomar do Nascemento "Mazinho", jugaba para el club local.

La familia no echó raíces allí: tras una temporada notable le fichó la Fiorentina, donde también permaneció sólo un año. En 1992 regresaron a su Brasil de origen, aunque por poco tiempo: tras ser titular en la canarinha campeona del mundo y dejar para la posteridad una de las celebraciones de gol más famosas de la historia, en 1994 hizo de nuevo las maletas y vino a la Península Ibérica. Valencia primero, Elche al final, y entre medias, muy especialmente, Celta de Vigo, disfrutaron de la clase de uno de los mejores mediocentros de la década hasta su retirada en 2001.


Con estos genes cabía esperar que Thiago saliera bueno. Pero lo malo de la vida del futbolista es que, salvo excepciones, obliga a cambios de residencia frecuentes que impiden la estabilidad. Las cosas ocurren donde tengan que ocurrir, sin casi poder planificarlo, por accidente. Y así es que, por accidente, la futura estrella por la que se pelean España y Brasil es, siendo estrictos, un chico italiano. Igual de italiano que, por ejemplo, Mario Balotelli, vástago de inmigrantes ghaneses que por casualidad se encontraban en Palermo.

De todas formas, no se asusten los fanáticos de la selección nacional, que Thiago parece tener las ideas claras y preferir el rojo al amarillo o al azul. En alguna entrevista el chico ya ha dejado claro que, aunque el DNI diga otra cosa, siente que su ciudad natal es Vigo porque es donde se crió. Qué diferentes habrían sido las cosas si allá por 1991 la Fiorentina hubiera confiado en Mazinho y le hubiera dejado jugar más que aquellos 21 partidos...

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