martes, 27 de septiembre de 2011

Lecturas imprescindibles: il miracolo di Zeman (de "El Enganche")

Si hay un personaje peculiar en el mundo del fútbol, más incluso que el portero y su (bien ganada) fama de loco, es el entrenador. Los hay para todos los gustos. Fanfarrones como Mourinho, timoratos como Guardiola, entrañables como Krusty Del Bosque, encantados de haberse conocido como Mancini, cachondos mentales como Luis Aragonés, bufones como Ranieri, desequilibrados como Di Canio, cualquier prototipo que la psicología sea capaz de identificar se puede encontrar en un banquillo. Y luego está Zdeněk Zeman. Amado y adorado a partes iguales, este checo de Palermo, este siciliano de Praga, es de los pocos que pueden presumir de haber revolucionado el calcio sin haberle dado una patada a una pelota. Tras muchas aventuras y otras tantas desventuras, el más honrado de los entrenadores italianos enseña este año su juego vistoso, de ataque sin cuartel, en el modesto Pescara de la serie B. En su momento, en pretemporada, pensé en escribir sobre él; lo fui dejando, lo fui dejando, y los de El Enganche se me han adelantado con un texto muy recomendable firmado por Jesús Camacho del que, como de costumbre, les adelanto el arranque.


Todos nacemos con la muy humana necesidad e inquietud de encontrar nuestro lugar y ubicación en el mundo, primero lo buscamos en el seno de nuestra familia, donde ocupamos diversos roles y ubicaciones, hijos, primos, sobrinos, hermanos, padres, tíos, abuelos… Luego, mientras las manecillas del reloj devoran páginas de nuestro calendario vital, encontramos nuestro lugar en la escuela, en nuestro barrio. Y así, siguiendo nuestro imparable ciclo de búsqueda de ubicación existencial, encontramos nuestro lugar en la sociedad a través de los distintos cauces vitales que nos permiten ubicarnos en una profesión.

Aquella que afianzará nuestra posición existencial, a través de la creación de una nueva familia u otra opción plausible para desarrollar con éxito y realización nuestro recorrido vital. Todo se reduce al movimiento, a nuestra sincronización con el mundo, el tiempo y el espacio, a la búsqueda incesante de nuestra posición; conceptos que se convirtieron en dogma de fe para la filosofía táctico-técnica de Zdenek Zeman, personaje que diseccionaré para vosotros en estas líneas surgidas del estudio, la incredulidad y admiración que profeso por su figura.


Se han quedado con ganas de más, ¿eh? Pues no se corten, pásense por la fuente original y disfruten.

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